Jujuy tiene una rica historia forjada por hombres y mujeres que con sacrificio y nobles ideales, fueron delineando un futuro promisorio. Hoy, las presentes generaciones tienen ante sí obras que hablan de ese espíritu progresista de aquellos pioneros
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Jujuy tiene una rica historia forjada por hombres y mujeres que con sacrificio y nobles ideales, fueron delineando un futuro promisorio. Hoy, las presentes generaciones tienen ante sí obras que hablan de ese espíritu progresista de aquellos pioneros
La dulce localidad de La Esperanza es uno de esos solares donde sus obras hablan de un tiempo que se fue, una de ellas, es el templo de Nuestro Señor de la Buena Esperanza, inaugurado y bendecido el 27 de abril de 1941, dueño de una singular belleza arquitectónica.
Estas fechas son recordadas, merced al tesonero trabajo de investigación del historiador y multidoctor Jobino Pedro Sierra e Iglesias, quien desentrañó la historia que permanecía oculta y que quedó plasmada en el libro "Un tiempo que se fue".
Los hermanos Leach apoyaron desde siempre la práctica de todas las religiones. La primera capilla que construyeron fue la anglicana, conocida como la iglesia de San Jorge, la que correspondía a su credo. Una vez al mes, un pastor llegaba desde Salta para el oficio religioso. Luego, contrataron los servicios del pastor evangélico que, en 1898, predicaba el evangelio a la comunidad chiriguana residente en barrio Cherenta de La Esperanza.
Años más tarde, los hermanos Leach ofrecieron al obispado de Salta erigir un templo en La Esperanza, dedicado al culto católico apostólico romano. El 31 de marzo de 1940, fue colocada la piedra basal, que fue bendecida por monseñor Enrique Mühn. Se eligió el centro del parque para ubicar la construcción, en un sector donde existía una glorieta. El 27 de abril de 1941, los esperanceños celebraron con gran fervor, la ceremonia de inauguración del templo, con un acto que contó con la presencia del obispo, del gobernador Raúl Bertrés, del administrador del ingenio La Esperanza, Douglas Gordon Davidson, Ambrosio Alexander y Juan Martín Silvester y del jefe de Policía, entre otras autoridades.
El templo fue dedicado a Nuestro Señor de la Buena Esperanza y en sus proximidades se levantó la casa del sacerdote, siendo el primer párroco el padre Luis Gross, a quien la empresa reconocía los gastos de manutención.
El templo es una joya arquitectónica. La construcción presenta una estampa que recuerda el estilo normando. El recinto abovedado y tapizado en madera, a pesar del tiempo, mantiene su belleza. Pero no cabe dudas de que la majestuosidad se sintetiza en su retablo tallado que toma luz de vitrales que adornan los laterales. Otro detalle es el atrio coral al que se accede por una escalera.