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15 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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La Universidad marcó la cancha

Lunes, 29 de abril de 2024 01:04
CEFK | FUERTE REAPARICIÓN CON CONSECUENCIAS TODAVÍA IMPREDECIBLES.

El león rugió y le pisó la cola a un tigre de bengala, y el tigre se dio vuelta, le rugió más fuerte y le acomodó un zarpazo como para que tenga, reparta y guarde. Sin dudas, Javier Milei se equivocó a apretar presupuestaria y torpemente a la Universidad pública, gratuita y laica, institución fundamental de la Argentina. El Presidente se convirtió en el principal convocante de aquella marcha nacional en defensa de los estudios superiores, la ciencia y la tecnología, que ya ingresó en la historia grande de la república. Fueron miles, a la vanguardia los estudiantes (incluidos los de universidades privadas solidarios); los docentes; los no docentes; los investigadores y los egresados. Con ellos, multitudes transversales de ciudadanos de todas las clases sociales, activos y jubilados. Y enganchado al convoy de las Universidades, el denominado "tren fantasma", donde se subieron agrupaciones sindicales, sociales, reconocidos dirigentes políticos y funcionarios, muchos de ellos debutantes en esto de poner el cuerpo por la educación, deseosos de "robar cámara". Sí: Milei armó de la nada un poderoso frente opositor sui generis que le hizo temblar la Casa Rosada, y derribó las acusaciones de adoctrinamiento y las amenazas de auditorías. De apuro dio un aumento, de apuro convocó a dialogar, de apuro sacudió el mantel donde desayunaban aquel martes sus funcionarios del área educación. Ya era tarde: la Universidad, se dijo bien, está en el ADN de Argentina y de aquí en más, el Presidente deberá admitir que le marcó la cancha y actuar en consecuencia.

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El león rugió y le pisó la cola a un tigre de bengala, y el tigre se dio vuelta, le rugió más fuerte y le acomodó un zarpazo como para que tenga, reparta y guarde. Sin dudas, Javier Milei se equivocó a apretar presupuestaria y torpemente a la Universidad pública, gratuita y laica, institución fundamental de la Argentina. El Presidente se convirtió en el principal convocante de aquella marcha nacional en defensa de los estudios superiores, la ciencia y la tecnología, que ya ingresó en la historia grande de la república. Fueron miles, a la vanguardia los estudiantes (incluidos los de universidades privadas solidarios); los docentes; los no docentes; los investigadores y los egresados. Con ellos, multitudes transversales de ciudadanos de todas las clases sociales, activos y jubilados. Y enganchado al convoy de las Universidades, el denominado "tren fantasma", donde se subieron agrupaciones sindicales, sociales, reconocidos dirigentes políticos y funcionarios, muchos de ellos debutantes en esto de poner el cuerpo por la educación, deseosos de "robar cámara". Sí: Milei armó de la nada un poderoso frente opositor sui generis que le hizo temblar la Casa Rosada, y derribó las acusaciones de adoctrinamiento y las amenazas de auditorías. De apuro dio un aumento, de apuro convocó a dialogar, de apuro sacudió el mantel donde desayunaban aquel martes sus funcionarios del área educación. Ya era tarde: la Universidad, se dijo bien, está en el ADN de Argentina y de aquí en más, el Presidente deberá admitir que le marcó la cancha y actuar en consecuencia.

En Jujuy, se replicó la marcha con idéntica potencia y características. Más de veinte cuadras de esa presencia espontánea de jujeños autoconvocados de manera masiva caminando en paz al lado de sus estudiantes, determinó que el intento de aprovechamiento de "los de siempre" con sus carteles y consignas fueran amablemente recibidos, pero pasaron desapercibidos. Como cuando la ciudadanía sin padrinos y sin necesidad de arengas militantes, en el 2001, tronó "que se vayan todos". La marcha fue la primera luz roja de alerta para un gobierno, en el que la mayoría todavía sigue creyendo y sosteniendo con la bíblica paciencia de Job. Ojalá haya servido.

El otro tema sobresaliente de la semana fue el repentino impulso al reordenamiento del peronismo de Jujuy, protagonizado por notables visitantes, como el gobernador Ricardo Quintela y el exministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. El PJ local, amortiguado desde hace casi un año por la intervención dispuesta por Alberto Fernández, pasó por las últimas elecciones, rescatando dos cargos nacionales y salvando la ropa con algunas bancas e intendencias del interior. Desde entonces, en el peronismo, el signo parece haber sido la dispersión y una vida anestesiada donde cada cual atendía su juego. En una convocatoria algo mezquina de un denominado Frente Amplio para intentar "un reencuentro y reorganización" del partido, el gobernador de La Rioja dio una lección de ecuanimidad, respeto y experimentada "muñeca política". Se reunió con los convocantes del encuentro, y otros sectores, visitó la sede del PJ, saludó protocolarmente a su par Carlos Sadir, y visitó en la Legislatura al presidente del bloque de diputados, Rubén Rivarola quien lo recibió acompañado por los diputados. De aquel Quintela que había dicho que si Milei ganaba la Presidencia, se iba del país, al de hoy, que afirma la necesidad de "una resistencia sin agravios ni ataques, y que busque la corrección de los rumbos que está tomando el país", hay un siglo de evolución. Y también cuando expresó que las cuestiones internas se deben resolver conversando y con elecciones internas. Lo propio expresó Sergio Berni, en su visita a este diario, convocando en un extenso reportaje, a "un ejercicio de reorganización para el Movimiento Justicialista, frente a este gobierno que avasalla permanentemente". Todos hablaron de llegar a internas. Algunos con sinceridad, otros, con la sempiterna esperanza de una "bendición de arriba" que salte por encima de una elección transparente.

También el peronismo jujeño, como el de todo el país, esperó la reaparición de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. Luego de la Marcha Universitaria, la inminente aprobación de la Ley Bases y la aproximación al "Pacto de Córdoba" (ambos proyectos que le disgustan), CEFK oportuna, rápida de reflejos intactos y de brillante oratoria como siempre, revalidó durante un acto en Quilmes una rotunda exégesis de su gestión, intercaló algún viso de reconocimiento de errores y puso a Milei contra la pared. Fue un fuerte intento de poner orden en el levantisco cristicamporismo y de reasumir en la conducción del PJ, que Alberto Fernández dejó en terapia intensiva. El Presidente ya "le devolvió la pelota", ambos con apasionada y poco académica verborragia sin que los saldos del cruce aparezcan todavía. Pero ya el PJ nacional, como el jujeño, están a punto de zambullirse nuevamente en su propia grieta, sin poder resolver cuál de todos los roles de oposición le calza mejor.

Mientras se avecina un Mayo, como todos los Mayos, recargado y fundacional. íFeliz Día del Trabajo, amable lector!