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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El resbaloso camino de la polarización extrema

Jueves, 09 de mayo de 2024 02:06

El presidente de la Nación busca ocupar una posición de predominio dentro del sistema político y, al mismo tiempo, él y su partido buscan que -en el imaginario popular-, se perciba esta ocupación como una destrucción del mismo sistema que los ubicó allí, primero; y que los sostiene allí, ahora. Es una paradoja sin solución.

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El presidente de la Nación busca ocupar una posición de predominio dentro del sistema político y, al mismo tiempo, él y su partido buscan que -en el imaginario popular-, se perciba esta ocupación como una destrucción del mismo sistema que los ubicó allí, primero; y que los sostiene allí, ahora. Es una paradoja sin solución.

El problema no es sólo local; grandes movimientos anti-sistema se alinean tras esta estrategia y suelen usar para sus fines lenguajes de populismo de izquierda o de populismo de derecha. El populismo es populismo y la ideología es imaginaria; sólo sirve como herramienta de polarización y de consolidación del poder. No hay quimeras reales que alcanzar en esas ideologizaciones; tampoco en los fundamentalismos en los que suelen devenir.

Cuando no alcanza el monopolio de la fuerza, se hace necesario recurrir al monopolio de la subversión. Si no hay discusión, se la inventa. Si no existe un problema, se lo crea. Si no hay un enemigo, se lo construye. Cuanto más encarnizada la batalla; mejor. La polarización es de naturaleza subversiva por excelencia. Por ejemplo, bajo el lenguaje de la defensa de la democracia; se subvierten sus valores, instituciones y mecanismos. Bajo la defensa del derecho de expresión; se cancela toda opinión que se oponga. Bajo la defensa de la libertad; se subvierten los ideales de la propia libertad.

Esta herramienta, en extremo eficaz para el kirchnerismo y con la cual libró su "batalla cultural" durante veinte años asfixiando todo pensamiento distinto; parece ser todavía más eficaz en manos del mileísmo, embarcado en una "batalla cultural contra-revolucionaria". Pero las "batallas culturales" son procesos; llevan tiempo. Milei no tiene tiempo; de allí su radicalización, la violencia institucional y su apuro. Me pregunto si es posible ganar una "batalla cultural contra-revolucionaria" a las bravuconadas y a los gritos. Tampoco puedo dejar de preguntarme cuán distintos son ambos contendientes. Me viene a la mente la cita de Friedrich Nietzsche: "Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".

"Día glorioso para el principio de revelación"; todo en mayúsculas; es el grito mediático proferido por el presidente de la Nación. El principio de la Revelación es el mecanismo por el cual, ante una consigna, la que sea; se obliga a tomar partido por una posición o por su opuesta. No hay espacio ni tiempo para la duda; para la reflexión; para la argumentación; para los matices; para nada. El principio es binario: cero o uno; o se está de un lado o está del otro. O se está a favor del líder o se está en contra de él y de su proyecto; un "a todo o nada", siempre. Si se es un periodista, una posición en contra a la consigna de turno lo ubica en el lugar de un "mentiroso que llora por el sobre no entregado". Si se opina que hay atraso cambiario, se es "un fundamentalista del atraso cambiario". Si se trata de un empresario, su postura delatará si pertenece a la "banda de los prebendarios" o a la "de los oprimidos por las garras del Estado". Si se es un político; un sindicalista; un diputado o un senador será, simplemente, o parte de la "casta opositora que defiende intereses espurios" o parte de "los reconvertidos"; esos que se reciben con los brazos abiertos porque "abrazan la causa de la libertad". Al fundamentalismo kirchnerista se le opone un talibanato paleoliberal.

El lenguaje lo es todo y en el juego de acusaciones falsas y contraacusaciones no escuchadas, se cambia la noción de qué es verdadero y qué no. Joseph Göbbels, una de las personas más siniestras de la historia dijo: "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad". Natascha Strobl, en su lúcido e ineludible ensayo "La nueva derecha. Un análisis del conservadurismo radicalizado" dice con sagacidad: "Una mentira es una mentira, pero una mentira repetida sin consecuencias se convierte en una verdad". Y, la verdad, es que no hay consecuencias. Una encuesta reciente de Giacobbe muestra que un 56% avala los insultos a los periodistas, justificándolo en su derecho a manifestar su opinión. El presidente de la Nación tiene todo el derecho del mundo a manifestar su opinión; no tiene ningún derecho a maltratar ni a insultar a nadie. Y está mal que se lo convalide; habla mal de nosotros. Pero, increíble, gana más adhesión cuanto más se aparte de toda regla preestablecida, formal o informal. Así, se convalidan reglas por fuera de las reglas tradicionales. Se consolida una forma de "hacer política por fuera de la política". Y se profundiza la grieta.

Pero las grietas son resbaladizas; peligrosas. Todas ellas. Suelen arrastrar a la sociedad a un abismo insondable. Si las conductas impuestas por la "Policía del Pensamiento" anterior asfixiaban; las conductas del "Todo Vale" actual imponen, también, una nueva dictadura. Distinta; pero similar. No es que el hábito haga al monje, pero cuando las cosas no se distinguen en las formas, suele resultar que tampoco se distinguirán demasiado en el fondo. "Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti". Nietzsche; siempre Nietzsche.

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