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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Un nuevo escenario, sin Cristina, Mauricio ni Alberto

Sabado, 06 de mayo de 2023 02:38

Quienes imaginaron el acto del jueves 27 de abril en el teatro Argentino de La Plata como una jubilosa coronación del "operativo clamor", destinado a que Cristina de Kirchner revisara su decisión de no ser candidata a nada, tuvieron que sacarse esa ilusión de su cabeza: "No se hagan los rulos", les pidió, exultante ante el respaldo de su público (que ella había impulsado), pero implacable en su resolución de no figurar en la próxima competencia electoral. "Yo ya di lo que tenía que dar", argumentó.

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Quienes imaginaron el acto del jueves 27 de abril en el teatro Argentino de La Plata como una jubilosa coronación del "operativo clamor", destinado a que Cristina de Kirchner revisara su decisión de no ser candidata a nada, tuvieron que sacarse esa ilusión de su cabeza: "No se hagan los rulos", les pidió, exultante ante el respaldo de su público (que ella había impulsado), pero implacable en su resolución de no figurar en la próxima competencia electoral. "Yo ya di lo que tenía que dar", argumentó.

Otro ángulo cargado de sentido de la conferencia de La Plata fue la elección de Javier Milei como blanco principal de las críticas. Para la mayoría de los analistas (y también para algunos actores políticos) se trató de una táctica destinada a levantar la cotización del propagandista libertario con el objetivo de devaluar a Juntos por el Cambio, que es hasta ahora, en rigor, el competidor principal del oficialismo.

El kichnerismo espera que los votos de la lista bonaerense de Milei ayuden al candidato oficialista (seguramente Axel Kicillof) a llegar primero en una competencia en la que no hay segunda vuelta y donde el ganador, así sea por un voto, se lleva el premio mayor. La señora de Kirchner tiene como prioridad que los suyos conserven el Gobierno en la provincia de Buenos Aires.

Federico Aurelio, del estudio Aresco, una consultora seria, contradice aquella mirada sobre la fuente de votos de Milei: "En los últimos seis meses, el espacio del Frente de Todos perdió 9 puntos en intención de voto. En el mismo período, Juntos cayó 2 puntos y Javier Milei creció 6". El riesgo que enfrenta hoy el Frente de Todos proviene de Milei, que se alimenta con la caída de los dos términos de la antigua grieta, pero la dosis de voto kirchnerista que digiere supera a la que extrae del caudal de Juntos por el Cambio. Amenaza directamente la veta electoral K en el conurbano.

Cabe preguntarse si, al apalancar a Milei llevándolo a un papel protagónico, la señora de Kirchner no ayuda a que en la competencia nacional los libertarios empujen al Frente de Todos fuera de la segunda vuelta.

Otros datos estadísticos que contribuyen a entender el fenómeno. El fuerte del apoyo a los libertarios se encuentra entre los hombres jóvenes menores de 40 años, es decir, los que nacieron a partir de 1983, llegaron a los 18 años en 2001, con la crisis del gobierno de Fernando de la Rúa y las movilizaciones, enfrentamientos y represión que le dieron marco y votaron por primera vez en 2003.

Del total del padrón de electores un 30% tiene menos de 30 años, el 50,2% no llega a cumplir los 40 años de edad cuando se vote y 6 de cada 10 electores tendrá al votar 45 años o menos. Esto evidencia la creciente participación que tienen los jóvenes – la principal fuente de respaldos a Milei.

En el conurbano, poco menos del 50% de los que están entre 18 y 45 son pobres. Corolario: el dirigente libertario está pescando cuantiosamente en una pecera que el Frente de Todos creía que era para su uso exclusivo.

El ataque frontal de la señora de Kirchner a Milei, más allá de las razonables motivaciones tácticas referidas a la puja por el gobierno bonaerense, da cuenta de que ya ha comenzado a producirse un cambio notable en paisaje político.

Lo que en el apogeo de la grieta se manifestaba como un panorama en el que había dos fuerzas claramente dominantes, con un espacio muy estrecho para una tercera, empieza a dibujarse ahora como un campo dividido en tres con la irrupción de los libertarios de Milei.

Entretanto, desde que el 21 de abril renunció a su impracticable candidatura Alberto Fernández quedó condenado hasta diciembre a perfeccionar la levedad de su poder y a escenificar actos en los que su presencia se torna redundante.

Con dos de los actores principales del elenco oficialista – Cristina Kirchner y el propio Fernández- al margen de la candidatura presidencial, el tercero, Sergio Massa, pasa a convertirse en el centro del poder y de las especulaciones. La naturaleza aborrece el vacío.

El ministro de Economía es el hombre que hoy más decide en el gobierno y tanto la mayoría del peronismo (sindicatos, buena parte de los jefes territoriales) como, inclusive, la señora de Kirchner y tras ella hasta los cuadros camporistas, que desconfían de las amistades internacionales del ministro y de sus desprejuiciadas decisiones, parecen convencidos de que él sería el único candidato presidencial en condiciones de recuperar para el oficialismo algo de su añorada competitividad electoral.

En medio de la vorágine económica –con las reservas internacionales por el suelo, los precios de mercancías y servicios, así como el del dólar, subiendo por el ascensor-, Massa vacila con buenos motivos. Por ahora está corriendo una muy demandante competencia de plazos cortos. Una carrera de cien metros con obstáculos. Sin duda le gustaría correr una maratón, ser candidato a Presidente, pero simultáneamente está atado a su misión en el Palacio de Hacienda, que ha conseguido, pese a todo y con medidas descalificadas por la oposición como meros "parches", evitar la crisis mayor que muchos analistas vaticinaban.

Massa tuvo que tomar decisiones fuertes para ponerle freno (con cierto éxito) a la corrida del dólar. "Notificamos al FMI de las restricciones que pesaban sobre la Argentina y que vamos a cambiar en la rediscusión del programa", declaró el ministro y dejó de lado el compromiso con el Fondo de no utilizar la venta de bonos para neutralizar la suba de los dólares financieros.

Es un desvío, pero Massa se siente con respaldo. Hace semanas que él mismo y sus hombres de confianza Gabriel Rubinstein y Leonardo Madcur, vienen conversando con el FMI la rediscusión de los términos del programa acordado en su momento por Martín Guzmán. Y el Fondo admitió oficialmente que "los intercambios entre las autoridades (argentinas) y el equipo del Fondo Monetario Internacional avanzan de manera constructiva". Tómese por una admisión implícita de la indisciplina.

Economía busca que la entidad adelante los desembolsos previstos para el corriente año. El pedido de máxima importa unos 10.800 millones de dólares.

Varios de los argumentos esgrimidos por Economía para flexibilizar las condiciones han sido admitidos en Washington. Por ejemplo: el impacto de la sequía y de las nuevas condiciones generadas por la guerra en Ucrania sobre las exportaciones (y, por ende, los objetivos de acumulación de reservas), así como el impacto de la caída de exportaciones sobre los recursos fiscales.

Pero Massa, que cuenta con niveles apreciables de interlocución y confianza en puntos importantes del poder mundial y de las fuerzas de la producción local, actúa en el seno de un sistema de gobierno obturado, ineficaz y en retirada y en el contexto de un sistema político en centrifugación.

El proceso electoral se despliega este año encarrilando transitoriamente esa dispersión, creando nuevas condiciones para un reordenamiento del sistema, tras una revalidación de las representaciones que permita gestar consensos sostenibles.

Aunque nombres y formas estén aún en borrador, las tendencias básicas están a la vista si se observa atentamente. El sistema ya exhibe un desplazamiento elocuente hacia "la derecha" (como describe cierta prensa para alarma del sedicente progresismo). El oficialismo baraja como candidatos plausibles a figuras como Massa, Daniel Scioli o Agustín Rossi –tres personalidades moderadas que han exhibido autonomía política. El llamado "círculo rojo" (sin excluir la mirada de Washington) se muestra inquieto no por alguna amenaza de izquierda sino por el crecimiento que exhibe Javier Milei con sus ideas anarco - liberales. El liderazgo original del Pro es firmemente contestado desde dentro. Las pulsiones del cambio empiezan a manifestarse.

La crisis avanza y la oportunidad es un reordenamiento, un nuevo sistema político –con diversidad representativa legitimada y objetivos surgidos de la realidad y de los acuerdos- que termine de configurarse y sea capaz de desplegar el vigoroso repunte productivo de 2024 que ya mismo se está gestando, en el subsuelo de la caída de 2023.

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