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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Pensamiento único y realidad política

Jueves, 01 de febrero de 2024 02:21

En épocas cuando los funcionamientos de las democracias son puestos a prueba ante la creciente insatisfacción de las poblaciones, entre otras cuestiones, por el fenómeno inmigratorio entre continentes, la ausencia de políticas para el cambio climático, la concentración de la riqueza y el aumento de la pobreza; es pertinente hacer referencia a las alternativas ideológicas que se ofrecen como solución a este malestar con los gobiernos y la política. Las opciones que surgen en diversas partes del mundo son ideas que abrevan en un principio: hay una sola opción y modo de efectuar cambios políticos.

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En épocas cuando los funcionamientos de las democracias son puestos a prueba ante la creciente insatisfacción de las poblaciones, entre otras cuestiones, por el fenómeno inmigratorio entre continentes, la ausencia de políticas para el cambio climático, la concentración de la riqueza y el aumento de la pobreza; es pertinente hacer referencia a las alternativas ideológicas que se ofrecen como solución a este malestar con los gobiernos y la política. Las opciones que surgen en diversas partes del mundo son ideas que abrevan en un principio: hay una sola opción y modo de efectuar cambios políticos.

Estas doctrinas tienen sus antecedentes en pensadores como Francis Fukuyama que en 1989 publica un ensayo, "El fin de la historia y el último hombre" argumentando que, tras la caída del Muro de Berlín, ya no había contradicciones y como decía Hegel, el fin de la historia había llegado y con ella la economía de mercado y el liberalismo como única opción posible. También en Ignacio Ramonet, quien en 1995, editorializa que "el economicismo neoliberal se erigió como el único pensamiento aceptable"

Estas referencias del pasado reciente tienen un factor común: hay una sola matriz de ideas posible, es el llamado "pensamiento único". Según sus epígonos, para que sea operativa se debe adherir a ella sin restricción, advirtiendo que la pluralidad de ideas neutraliza su implementación.

A fines del siglo pasado el pensamiento único ensambla con la globalización, donde la baja de los costes salariales por la diversificación de la producción en distintas regiones, la disciplina monetaria y la reducción del tamaño del Estado son la clave de bóveda del funcionamiento del mundo.

La pretensión de aplicar esta idea en Argentina se realiza desde su versión extrema: el liberalismo libertario. En la cual vituperan a la actividad política, haciendo prevalecer los principios de la economía por sobre las ideologías políticas.

En este escenario de la anti política, la imposición del plan oficial, genera la falta de cooperación entre los actores políticos produciendo un juego de suma cero, donde nadie obtiene el objetivo superior perseguido; como en el póker, el dinero que obtiene el ganador es igual al que pierden los otros jugadores que están en la partida.

Este juego de suma cero entre los diversos intereses en pugna habilita la disputa distributiva entre los diferentes sectores. Invalidando la puesta en marcha de un plan de ajuste y estabilización de la economía posible en términos políticos y realizable en términos económicos.

En este sentido cuando decimos que sea posible en términos políticos, nos referimos a que las mejores ideas son aquellas que tienen poder, es decir, obtienen consensos mayoritarios en la sociedad y en los parlamentos. Al respecto, ya hay acuerdos mayoritarios en la sociedad sobre que se deben actualizar precios, disminuir el déficit fiscal, tener un tipo de cambio competitivo, desregular el sistema financiero. También hay una percepción social orientada a que se debe hacer un plan de estabilización, pero, con acuerdos sociales y políticos de "cómo hacerlo".

También decíamos, realizable en términos económicos, es decir, que las cuestiones técnicas de un plan de ajuste y de estabilización la deben comprender quiénes serán beneficiados y quiénes no. Ya que no es obligación para vivir en Argentina entender los aspectos más complejos de la economía, sino comprender los efectos que tendrán estas medidas sobre nuestra vida cotidiana, entre otros asuntos: cómo afectará al presupuesto personal, estar al tanto si se tendrá cobertura de salud, estar al corriente por cuánto tiempo más se tendrán estas restricciones; porque no hay que ser economista para discernir, que siempre en las medidas económicas tomadas hay ganadores y perdedores.

Las dos preguntas anteriores se responden – en todos los países democráticos – con el diálogo político, que se enriquece con los acuerdos y las discrepancias.

Porque en la política -como en la vida- los hechos nos son blancos o negros y las soluciones son grises. Tonos que se obtiene en la amalgama de la paciencia con la tolerancia, más la comprensión de los intereses del otro; abjurando de la estridencia de la inmediatez, la refulgencia de la frase hecha, del resplandor del pensamiento único que se explica por sí solo en un acto de voluntad excepcional.

El pensamiento único, como en una epifanía, nos demuestra, nos da un signo, nos corre un velo para señalarnos "el sendero hacia la salvación"; nos obliga a la adhesión a una sola idea excluyente de todas las demás, dejando a la vera del camino a la pluralidad de ideas, el diálogo, el disenso, es decir, la política.

 

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