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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Los conceptos políticos y el amor a la verborragia

Viernes, 23 de febrero de 2024 02:01

La política es una actividad humana de interacción entre los hombres, que enuncia ideas e intereses, pero que también expresa pasiones. Se enuncia a través del lenguaje, es decir, palabras que representan cosas, que pueden ser objetos físicos, sentimientos, ideas.

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La política es una actividad humana de interacción entre los hombres, que enuncia ideas e intereses, pero que también expresa pasiones. Se enuncia a través del lenguaje, es decir, palabras que representan cosas, que pueden ser objetos físicos, sentimientos, ideas.

Cada ámbito, como el arte, la ciencia, la economía, tienen sus palabras que representan la realidad, potencian la imaginación y son capaces de incitar las emociones con el lenguaje creado. Las palabras, en el ámbito político, comunican y transmiten una intencionalidad política. Crean un mundo.

El concepto es un pensamiento expresado mediante palabras, es la "herramienta" con la que pensamos, criticamos, argumentamos, explicamos y analizamos, dotando al mundo de significados.

Ahora bien, el problema de los conceptos políticos es distinguir el punto de vista desde el cual se habla, es decir, moral, filosófico o ideológico; para ello debemos diferenciar dos tipos de conceptos: prescriptivos o normativos y los descriptivos o positivos.

Los primeros, prescriptivos o normativos, son los que conocemos como "valores", los que deberían realizarse. Ej. de valores políticos son la justicia, la libertad, los derechos humanos y la tolerancia.

Los segundos, descriptivos o positivos, se basan en los hechos, que tienen existencia objetiva y demostrable, se refieren a lo que es. Por ej. poder, autoridad, orden público y ley; se consideran "neutrales" y ajenos a los valores.

No obstante, ambos conceptos están relacionados, un ejemplo típico es el de autoridad, que en una de sus acepciones es "el derecho a influir en el comportamiento de los demás". Cuando decimos quién tiene autoridad y quién no y examinamos las bases de su ejercicio, lo hacemos desde el concepto descriptivo. Pero también desde los valores, es decir, el prescriptivo, porque no se puede separar el concepto de autoridad de los juicios de valores acerca de cuándo, cómo y porque debe ser ejercida.

Por ejemplo, cuando nos preguntamos ¿Cómo debe ser ejercida la autoridad presidencial?

Desde el punto de vista de los valores, decimos que no se debe vituperar desde la máxima instancia de poder en la Argentina, a los que están en el llano y no tienen poder; como lo hacía la expresidenta Cristina Kirchner cuando señalaba por cadena nacional a un jubilado con nombre y apellido llamándolo "un abuelito amarrete" a quien pretendió – y no pudo – regalar diez dólares a sus nietos. O cuando el actual presidente señala a la artista Lali Esposito, nombrándola Lali "Deposito" por Twitter y dándoles RT a quienes insultan enrostrándole que "vive del Estado" colaborando para que aumente la pobreza en las provincias. Todo, por no coincidir con la política oficial de desfinanciamiento de la cultura.

En ambos casos usan la autoridad de la investidura presidencial para abusar del poder. Porque la asimetría de poder que tiene un primer mandatario con respecto a un ciudadano indica que es un abuso de poder exponer y denostar a quienes no tienen ninguna posibilidad de defensa, ya que el presidente tiene una opinión calificada y el monopolio de la fuerza pública.

En síntesis, nadie es neutral respecto de la autoridad. Así, los conservadores, subrayan la importancia del orden y la disciplina y los anarcocapitalistas creen que todos los sistemas de gobierno son opresivos.

La esencia del pluralismo 

Además, los conceptos políticos son polémicos desde el punto de vista de las ideas, ya que hay gente que afirma el mismo principio desde distintas vertientes ideológicas, afirmando que la propia es la verdadera. Por ejemplo, la verdadera libertad, la verdadera justicia, la verdadera democracia, aún siendo versiones opuestas, son igualmente válidas. Por ejemplo es el caso de la "justicia social" que para algunas ideologías son la razón de todos los males sociales, mientras que para otras es el faro que debería guiar las políticas de los gobiernos.

Otra cuestión con los conceptos políticos es cuando se los "cosifica", es decir, existen concretamente separados de los seres humanos que los usan, son un "fetiche", no herramientas para comprender las cosas.

Es el caso de sostener, que en cualquier circunstancia y lugar la aplicación de la "ley de la oferta y la demanda" produce la eficiente asignación de los recursos. Por ejemplo, decir que San Antonio de los Cobres paso a ser la capital del libertarismo, porque la mayoría de sus habitantes cree en la libertad y en la "mano invisible" del mercado o porque esta idea política obtuvo el 63,3% de los votos del departamento Los Andes, dejando al margen de los argumentos, factores sociales, culturales y políticos, es, cuanto menos, antojadizo, inexacto y confuso.

Luego, los conceptos políticos no son neutrales, son polémicos y a veces, un fetiche; pero modelan un discurso político que denota futuros posibles, esperanzas, alegrías; aunque también pueden entronizar arengas falsas, a las que peyorativamente algunos llaman "relato".

Entonces, decíamos que las palabras "construyen" los conceptos y estos la realidad política. Esta construcción tiene una intencionalidad política porque los hechos que se describen no son neutros, tienen una carga valorativa.

Así, cuando nos preguntamos ¿los seres humanos son sin duda egoístas o son esencialmente cooperativos, altruistas y sociables? Si respondemos que el ser humano es codicioso y egoísta, tenemos la matriz de pensamiento de la economía de mercado, donde prima la elección por el interés individual. Sin embargo, si respondemos que es cooperativo y altruista tenemos el principio de una economía de mercado basada en el individuo cooperando con otros, mediada por el estado, donde subsiste el principio de comunidad. Luego, estas consideraciones sobre los conceptos políticos son cruciales a la hora de determinar la organización adecuada de la vida económica y social. En este sentido, el discurso dominante en la actualidad nos propone un orden basado en el individualismo, la competencia y la libertad de mercado en su significación más extrema.

El individualismo se lo utiliza como un principio metodológico. Así fue en el Siglo XVll para elaborar las teorías del contrato social y en el Siglo XX se convirtió en la base de los modelos de elección racional de la ciencia política.

El método individualista – que sostiene las teorías económica clásicas y neoclásicas – es adoptado por Friedrich Hayek, que cree en el individualismo y el orden del mercado; afirmando que el mercado es el único medio de garantizar a eficiencia económica y que la intervención del estado es inherente al totalitarismo.

El problema de cualquier variante del individualismo metodológico es que es asocial y ahistórico. Plantea que el hombre deviene con una naturaleza "dada" con tendencia marcada hacia un comportamiento egoísta racional, ignorando que el hombre no se comporta igual en distintas sociedades y en diferentes épocas históricas.

Esta característica de asocial y ahistórico es lo que les da licencia a los liberales libertarios para afirmar, por ejemplo, que los habitantes de la puna salteña piensan parecido a Hayek, o para que el presidente de la República hostigue en público a Lali Espósito y que un asesor del gobierno diga en Harvard "está llegando un shock de libertad para las provincias", porque no habrá más subsidios para los docentes ni para el transporte público.

Estas licencias libertarias, también pretenden incluir el uso de términos bélicos, como "traidor" "enemigo", "apátrida" al lenguaje político como si pertenecieran a los conceptos políticos, violencia que no se debe aceptar ni auspiciar. El uso soterrado de la violencia encubierto en frases rimbombantes y vacías pareciera cumplir con un solo objetivo: no dialogar sobre los temas que afligen a los que diariamente ven como se licuan sus patrimonios y sufren la incertidumbre de no saber que nos espera.

 

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