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¿La República Islámica de Irán puede remodelar Medio Oriente?

Domingo, 21 de abril de 2024 02:09

El asalto ordenado por el presidente Daniel Noboa a la sede de la embajada mexicana en Quito en la noche de 5 de abril desató un escándalo internacional con pocos precedentes. El ataque, contrario a las normas sobre la inviolabilidad de las embajadas garantizado por la Convención de Viena, abre una Caja de Pandora regional de ramificaciones inimaginables. Misma Caja de Pandora que abrió Benjamín Netanyahu ante el bombardeo israelí al Consulado iraní en Siria; ataque que mató a por lo menos tres miembros de los Guardianes de la Revolución Islámica.

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El asalto ordenado por el presidente Daniel Noboa a la sede de la embajada mexicana en Quito en la noche de 5 de abril desató un escándalo internacional con pocos precedentes. El ataque, contrario a las normas sobre la inviolabilidad de las embajadas garantizado por la Convención de Viena, abre una Caja de Pandora regional de ramificaciones inimaginables. Misma Caja de Pandora que abrió Benjamín Netanyahu ante el bombardeo israelí al Consulado iraní en Siria; ataque que mató a por lo menos tres miembros de los Guardianes de la Revolución Islámica.

En términos internacionales, un ataque a una embajada es equivalente a atacar suelo soberano de ese país. La respuesta de Teherán no sólo queda justificada dentro del ámbito del derecho internacional, sino que, de no haber respondido, el gobierno iraní hubiera mostrado una profunda debilidad tanto interna como externa ante su red de proxies.

Pareciera que Netanyahu hubiera buscado esta retaliación. En lo que parece el núcleo de su estrategia, Netanyahu suele huir de un grave problema creando una amenaza mayor hacia la cual corre a toda velocidad. No parece casualidad que el ataque a la embajada iraní haya coincidido con la segunda jornada de protesta masiva de ciudadanos israelíes que clamaban por la salida anticipada del primer ministro del cargo y la inmediata convocatoria a elecciones. El ataque iraní imposibilitó cualquier proceso de convocatoria a elecciones.

Una estrategia de décadas

El atolladero que representa hoy Medio Oriente es una oportunidad para el avance de una estrategia de décadas por parte de Teherán por la cual busca debilitar a Israel, humillar a Estados Unidos y aumentar su influencia en la región.

Después del ataque de Hamás del 7 de octubre - agresión que tiró por el suelo la percepción de invulnerabilidad israelí -, el imperativo de "supervivencia del Estado" que impulsa la guerra cuenta con amplio apoyo de la ciudadanía, pero después de seis meses de devastadoras operaciones en Gaza, Israel no sólo no han eliminado a Hamás sino que los ataques han precipitado una catástrofe humanitaria de proporciones dantescas.

A medida que la crisis se expande, también lo hacen los compromisos asumidos por Estados Unidos. En los meses posteriores al 7 de octubre, Washington entregó envíos de ayuda a gazatíes asediados; realizó operaciones militares para proteger el tránsito marítimo; contuvo a la milicia chiita libanesa Hezbollah; trabajó para disminuir las capacidades de otras milicias disruptivas que operan desde Irak hasta Yemen y realizó gestiones diplomáticas para fomentar la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita. En plena campaña presidencial norteamericana, esta guerra tiene un alto costo político. En una encuesta realizada tres semanas después del ataque de Hamás, un abrumador 84% de los estadounidenses expresó su preocupación de que Estados Unidos pudiera verse arrastrado a una participación militar directa en el conflicto; y solo uno de cada cinco encuestados en una encuesta reciente de Pew estuvo de acuerdo en que Estados Unidos debería hacer un esfuerzo "importante" para poner fin a la guerra entre Israel y Hamás. Los estadounidenses están cansados del costo militar, económico y humano de los compromisos de su país en Medio Oriente. Pero es un hecho también que ninguna otra potencia tiene la capacidad militar y diplomática para frustrar las ambiciones destructivas de Irán y contener sus consecuencias a largo plazo.

El régimen islámico de Irán tenía como objetivo inspirar levantamientos religiosos similares a los de su propia revolución de 1979, y para muchos analistas, ha fracasado. De hecho, la postura convencional en Occidente sostiene que Irán ha sido contenido; incluso aislado. Quizás esto nunca haya sido cierto y, mientras se lo imaginaba contenido y aislado, Teherán desarrolló una estrategia que financió y empoderó milicias proxy que llevaron a cabo operaciones en la región por décadas, permitiéndole adoptar la posición de "negación plausible".

Ahora, Los líderes iraníes están explotando y escalando la guerra en Gaza para elevar la estatura de su régimen, debilitar y deslegitimar a Israel, socavar los intereses de Estados Unidos y moldear un orden regional afín a sus intereses. Si este avance no se controla a tiempo, la expansión de la influencia de Irán podría tener un impacto catastrófico en Israel, en la región y en la economía global.

Teoría del Caos

El fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruhollah Jomeini, sostuvo que exportar la revolución era necesario para su supervivencia, argumentando que si la teocracia permanecía "en un entorno cerrado enfrentaría la derrota". Decidido a desencadenar una ola más amplia de levantamientos liderados por islamistas contra monarquías y repúblicas laicas en el Medio Oriente, Jomeini y sus acólitos desarrollaron una infraestructura dedicada a derrocar el status quo en todo el mundo musulmán. Un componente clave de esta estrategia ha sido el cultivo de un "eje de resistencia"; una red de milicias regionales con estructuras organizativas discretas, intereses superpuestos y vínculos con los aparatos de seguridad y religiosos de Irán.

Así, desde 1979 Irán ha visto al caos como una oportunidad.

Durante las dos primeras décadas en el poder de la República Islámica, sus líderes trabajaron con estos grupos proxy cometiendo una larga lista de atentados. Ahora, desde la toma de control de Gaza por parte de Hamás en 2007, Irán ha sido su principal patrocinador. Teherán ofreció dinero, material y otros apoyos que hicieron posible el ataque del 7 de octubre, incluida tecnología militar, inteligencia y hasta 300 millones de dólares al año en asistencia financiera. Proporcionó drones y cohetes, así como infraestructura y entrenamiento para ayudar a Hamás a construir sus propias armas, la que utilizó para seguir atacando a Israel durante varios meses después del asalto inicial.

Después del 7 de octubre, las milicias respaldadas por Irán también aumentaron las actividades dirigidas contra las fuerzas israelíes y estadounidenses en la región. Los hutíes, el grupo armado respaldado por Irán que opera en gran parte del territorio de Yemen ha atacado barcos que navegan en el Mar Rojo, haciendo que el tránsito por el Canal de Suez caiga un 50% en los dos primeros meses de 2024. Para peor, estos ataques de los aliados de Irán y las respuestas militares estadounidenses han envalentonado a organizaciones terroristas no alineadas con Teherán, provocando un aumento de ataques de grupos como ISIS y sus propias redes, como ISIS-K, responsable del atentado en Moscú.

Ninguna de estas acciones es azarosa, sino el producto de un libro de estrategias que el tiempo demuestra exitoso. Desde el inicio de la República Islámica, el liderazgo de Irán ha albergado ambiciones expansivas y, desde 1979, el país ha visto el caos y la volatilidad -doméstica o cercana-, como una oportunidad para aumentar su influencia, prestigio y poder.

Error cero

En un discurso de noviembre de 2023, el líder supremo de Irán, Ali Jamenei, dijo que los Estados Unidos habían "fallado por completo en intentar crear un 'Nuevo Medio Oriente'". "Sí, el mapa geopolítico de la región está experimentando una transformación fundamental, pero no en beneficio de Estados Unidos. Es en beneficio del frente de resistencia. El mapa geopolítico de Asia Occidental ha cambiado, pero en favor de la resistencia". Desde la perspectiva de Teherán, la guerra entre Israel y Hamás solo acelera este cambio.

Sin embargo, para los revolucionarios iraníes, la supervivencia del régimen supera cualquier otra prioridad, por lo que su enfoque desde octubre a marzo se guio por una selección muy cuidadosa de acciones y objetivos. Tanto es así, que apenas media hora después de haber lanzado el ataque a Israel, Irán dio por terminada la represalia. Claro que siempre existe el riesgo de un error de cálculo. Un error así por parte de cualquiera de los actores involucrados, incluido el propio Irán, podría ser la chispa que encienda un conflicto mucho más amplio e intenso, causando daños profundos a la estabilidad regional y global.

Complicando el desafío subyace la realidad de la aceleración de su programa nuclear. Guste o no, Irán ahora está en una mejor posición para dominar Medio Oriente. En cierto sentido, Irán tiene una ventaja sobre Estados Unidos porque no tiene nada que lograr en el corto plazo y, el caos en sí mismo, es una victoria.

Por el contrario, el precio del éxito israelí-estadounidense es alto. Estados Unidos esperaba reducir su papel en el Medio Oriente y enfocarse en el desafío de China y la creciente amenaza rusa. Hamás e Irán han llevado a Estados Unidos de vuelta a una región de la cual buscaban salir.

Estados Unidos sigue siendo un jugador indispensable en la región; a pesar de su dudoso historial de las últimas décadas. Apoyar a sus aliados y salvaguardar el acceso al petróleo - vital para la economía mundial - demandará un delicado equilibrio entre apoyo y moderación; algo que tampoco permite "errores de cálculo" ni sorpresas de ningún tipo.

 

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