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6 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Sin acuerdos, ningún proyecto es viable

Martes, 23 de abril de 2024 01:54

El camino hacia el Pacto de Mayo, el acuerdo de gobernabilidad al que el presidente Milei convocó, en principio, a todos los gobernadores, no se ha evidenciado hasta aquí liso y llano, sino más bien complicado y estrecho. Se ha avanzado a través de tensiones y conflictos. Con todo, la invitación del Presidente abrió una oportunidad y, si en un principio la meta parecía inalcanzable, ahora, a un mes de la fecha indicada, parece probable que el acuerdo se concrete.

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El camino hacia el Pacto de Mayo, el acuerdo de gobernabilidad al que el presidente Milei convocó, en principio, a todos los gobernadores, no se ha evidenciado hasta aquí liso y llano, sino más bien complicado y estrecho. Se ha avanzado a través de tensiones y conflictos. Con todo, la invitación del Presidente abrió una oportunidad y, si en un principio la meta parecía inalcanzable, ahora, a un mes de la fecha indicada, parece probable que el acuerdo se concrete.

Milei había iniciado su gestión con dos vigorosos gestos decisionistas: la firma del megadecreto de necesidad y urgencia número 70/23 que disponía ambiciosas reformas en numerosos planos del Estado y la sociedad, y una propuesta de ley igualmente vasta y afanosa, que llegó al Congreso sin negociación previa con ningún bloque (ni siquiera el propio). La ley, aprobada en general por una Cámara de Diputados sobre la que influyeron fuertemente la mayoría de los gobernadores de provincia (un rubro en el que el gobierno no cuenta con ningún jugador propio), en su tratamiento en particular empezó a ser reformada de hecho por los diputados en una cantidad de puntos, razón por la cual el Poder Ejecutivo decidió retirarla de la discusión. En cuanto al decreto de necesidad y urgencia, la Cámara de Senadores lo rechazó y podría caer si también lo rechazara la Cámara baja. El gobierno está descontento con la Corte Suprema porque ésta no se pronunció a favor (quizás debería agradecer que no lo haya hecho en contra), mientras la Justicia ha frenado por la vía cautelar en el fuero laboral las reformas que el DNU dictaminaba en el campo de las relaciones de trabajo.

La primera respuesta de Milei a las dificultades legislativas y judiciales no fue de repliegue, sino de ofensiva: culpó a los gobernadores por los reveses sufridos en el Congreso e incrementó los recortes de recursos a las provincias. En cuanto a la Corte, inició una maniobra para desarticular la mayoría que suele conformarse en el cuerpo (formada por los supremos Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda) y propuso (al parecer en conversaciones con el cuarto miembro del Tribunal, Horacio Lorenzetti) dos nombres para integrarla: el juez Ariel Lijo (que reemplazaría a Elena Highton de Nolasco, quien renunció dos años atrás), y al catedrático García Mansilla.

Llamado al sentido común

En relación con los gobernadores, las cosas empezaron a cambiar a partir de la derrota del DNU en el Senado. La Casa Rosada comprendió que no podía darse el lujo de un nuevo traspié legislativo. Varios gobernadores ayudaron a evitar, por ejemplo, que la Cámara de Diputados votara por iniciativa propia una fórmula de actualización de las jubilaciones que, más allá de los efectos negativos que el ministro Caputo pudiera contabilizar, hubiera implicado una nueva señal de debilidad para el gobierno. El presidente empezó a atender las advertencias de su ministro de interior, Guillermo Franco, de que necesitaba madurar un diálogo constructivo con los gobernadores. En rigor, de lo que se trata es de dotar al proceso institucional iniciado el 10 de diciembre de gobernabilidad, equilibrio y eficacia.

En esos días se forjó el foro de whatsapp "23 gobernadores y un jefe de gobierno" en el que todos vuelcan ideas e impresiones, calibran reacciones en común y elaboran alguna distribución de papeles que no ponga en riesgo el nivel de diálogo alcanzado. De este modo, los gobernadores (como conjunto) mostraron que son un factor de equilibrio en la ecuación de poder y, por esa vía, un puntal de la gobernabilidad.

Lo que estaban reclamando al poder central era que no descargara la responsabilidad de solucionar problemas generales descargándolos sobre las jurisdicciones sino que los considerara desde una estrategia de conjunto, desde una mirada federal y nacional, aceptando la participación y colaboración de las provincias.

A partir de ese vínculo con los gobernadores, se puede encontrar la sintonía adecuada con el Congreso, donde la fuerza propia de Milei es muy poco significativa. Los gobernadores necesitan asegurar la viabilidad fiscal y la paz social de sus provincias.

Estilo bestial

En la cuestión económica, Milei ha evidenciado moverse con una idea fija que monopoliza sus obsesiones: erradicar a cualquier costo el déficit fiscal, que es, para él, el motor de la inflación.

"Estamos en medio de una forma bastante bestial de bajar la inflación –describió elogiosamente en estos días el economista Rafael Di Tella, académico en Harvard, hijo de Guido, el excanciller de Carlos Menem- Milei se concentró en romper la dominancia fiscal (…) es un presidente que hace la parte impopular y no contempla dar marcha atrás. Parece ser un político de convicciones, no de consensos, como diría su admirada Margaret Thatcher".

Allí está respondida la pregunta que suele formularse sobre cuál es el programa de este gobierno libertario: está sintetizado en el punto del déficit fiscal. Milei parece suponer que de esa cuestión depende la solución de los problemas o, si se quiere, que es intrascendente ocuparse de cualquier otra cuestión sin atender con prioridad absoluta la cuestión del déficit, misión a la que aplica con energía a menudo desbordada todos los instrumentos que la tradición presidencialista argentina permite (también, a veces, algunos que no están permitidos).

Milei puede ufanarse de haber hecho descender la inflación (la de febrero fue de 13,24 por ciento, 12 puntos menos que la de enero; la de marzo fue aún un poco menor y el ministro de Economía asegura que en abril estará en torno al 10.

También asegura haber eliminado el déficit fiscal. La pregunta. Planteada por el economista Marina Dal Poggetto, es si es sostenible una megalicuación de las jubilaciones, corte total de la obra pública y prácticamente total de transferencias a provincias, generando.

Tanto el presidente como el ministro de Economía derrochan optimismo verbal, pero algunas acciones del ministro sugieren que el presagio "puede fallar". Por ejemplo, las reuniones de Caputo con grandes empresarios para sugerirles amablemente que "se les fue la mano" en la fijación de precios o las declaraciones sobre las prepagas, a las que señaló por iniciar una guerra contra la clase media, muestran que el ministro ortodoxo no desdeña métodos herejes. Por ejemplo, la apertura a la importación de alimentos, bebidas y productos de limpieza, cuidado e higiene personal y medicamentos, operaciones para las que el Banco Central facilitará los dólares a 30 días y durante cuatro meses estarán exentas del "cobro de la percepción de IVA adicional e impuesto a las ganancias".

Un baño de realidad

Caputo – realista o escéptico - ha tratado de apuntalar la baja de la próxima inflación con cuotas de gradualismo, postergando el aumento del gas. Lógicamente, prolongó en la misma medida la vida del subsidio, aunque eso conspire contra la meta fiscal. Una señal de sensatez: las subas de tarifas pueden producir vendavales.

Con ortodoxia y toques de realismo, el gobierno por el momento está llevando a cabo el "ajuste bestial" de que hablaba Rafael. Di Tella. En paralelo ocurren cosas: las ventas se derrumban (según informes empresariales, entre 25% y 35% en el primer bimestre). La industria se paraliza paulatinamente. Los licenciamientos y despidos privados confluyen con los efectos de la motosierra sobre el sector público. La Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) ha informado que la caída del gasto en obra pública, uno de los pilares del flamante superávit fiscal, había alcanzado al 82,3% en términos reales hasta febrero: de las 2.417 obras que había en ejecución con fondos nacionales, en febrero se había retrocedido a 300.

También cae la recaudación, afectando el objetivo del equilibro fiscal por el costado de los ingresos; según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), en el primer bimestre del año la recaudación tributaria habría caído 7% interanual, lo que la convierte en la más baja en los últimos 9 años. En marzo hubo una reducción real del 16%, que llega al 24 por ciento si se excluye la recaudación por tributos vinculados al comercio exterior (impuesto PAIS y derechos de exportación).

En este panorama cargado de restricciones Milei y Caputo confían en que se mejorarán los logros en materia de inflación y equilibrio fiscal y en que la reactivación comenzará a observarse una vez que puedan levantar el cepo y producir una unificación cambiaria que, a su vez, según el guión oficial, abriría la puerta a las inversiones y el crecimiento. Prometen algunos de esos triunfos para el segundo semestre.

Entretanto se trata de sostener la gobernabilidad y apuntalarla desde adentro con el Pacto de Mayo y desde afuera con el posicionamiento internacional.

Los gobernadores son el otro plato de la balanza del poder político y están consiguiendo encuadrar a su sistema legislativo y también limar los perfiles más ásperos del presidente libertario.

 

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